En la sociedad en la que vivimos no estamos preparados para hablar de muerte y mucho menos a afrontar el duelo; todos los rituales que antiguamente rodeaban a la muerte se han ido perdiendo. El ritmo acelerado en el que vivimos y la presión de la sociedad hacen que nos alejemos del significado y las consecuencias de la pérdida de un ser querido. Tenemos la sensación de que debemos estar bien siempre, lo que hace que el proceso del duelo cada vez sea más individualizado; nos sentimos culpables por sentirnos tristes y esto agrava el proceso de duelo, incluso pudiendo llegar a una depresión si no conseguimos realizar el proceso de forma saludable.

Casi todos conocemos las fases del duelo, que son:

  1. Negación
  2. Ira
  3. Negociación
  4. Tristeza
  5. Aceptación

Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que no todo el mundo pasa por estas fases, ni en el mismo orden, y no pasa nada. Solemos pensar que, una vez superado el duelo, todo va a ser felicidad, y no es así, es un aspecto a tener en cuenta. La superación del duelo no es sinónimo de olvido, vamos a recordar a la persona querida durante el resto de nuestras vidas, pero de una forma que no nos produzca un dolor constante e intenso, sin que esto quiera decir que no vaya a ver momentos en los que su recuerdo nos produzca tristeza. De hecho, es contraproducente para nuestra salud si lo que intentamos es bloquear todo pensamiento o recuerdo de la persona que hemos perdido, va a ser contraproducente, ya que nuestra mente y organismo estarán constantemente trabajando en ello, sin tiempo para relajarnos (aunque no seamos conscientes) y esto a la larga nos puede producir una serie de síntomas no beneficiosos como puede ser: sintomatología ansiógena, depresiva, trastornos somáticos…

En la situación actual en la que vivimos, estamos viviendo un duelo diferente al que conocemos; ya no solo hablamos del duelo por pérdidas mortales. Esta crisis sanitaria nos está produciendo tres grandes áreas de duelo por pérdida económica, de salud y social.

  • Económica: pérdida de empleo, reducción de ingresos…
  • Salud: nuestra salud en general se está viendo mermada, los medios de comunicación nos bombardean con las personas contagiadas y fallecidas. Nos vemos impotentes ante la situación y vivimos en la incertidumbre.
  • Social: todas las personas, tienen roles diferentes (trabajador, marido, esposa, amigo, hijo, etc.). No actuamos siempre de la misma manera, sino según el contexto y este se nos ha limitado al máximo, no pudiendo desarrollar nuestras diferentes facetas.

A todo esto, hay que resaltar que, en un proceso de duelo, buscamos apoyo físico y emocional, necesitamos compartir nuestros sentimientos y requerimos de un contacto físico con nuestras personas allegadas. Así nos sentimos más confortados y es otro de los grandes aspectos de los que se nos han privado. Nos comunicamos a través de la tecnología, no podemos dar ese abrazo tan necesario y, lo mas importante, no podemos despedir a un ser querido en los últimos momentos de su vida, lo que nos crea sentimientos de culpabilidad. Tampoco podemos realizar un homenaje o cierre en un funeral, compartiendo este momento con personas que se sienten como nosotros. Son rituales que mejoran el ánimo en la persona que sufren una pérdida, y el no poder realizarlo está empeorando mucho su proceso de sanación.

Todo esto hace que los profesionales de la salud nos enfrentemos a un aspecto crucial: la necesidad de encontrar otras formas que ayuden a las personas en el camino psicológico del duelo, ya que el fracaso o la complicación de un proceso de duelo puede dar lugar a problemas psicológicos que se perpetúan en el tiempo, dificultando las relaciones y la vida personal de aquellos que lo sufren y, por lo tanto, sus allegados.